miércoles, 9 de enero de 2019

EVOLUCIÓN


No sé, tal vez vuestra experiencia fuera distinta de la mía. Para mí, criarme como ser humano en el planeta Tierra del siglo XXI era una putada. Desde el punto de vista existencial.
Lo peor de ser niño era que nadie me contaba la verdad sobre mi situación. De hecho, se dedicaban a todo lo contrario. Y yo, claro, les creía, porque no era más que un niño y no sabía nada. Pero si ni el cerebro siquiera se me había desarrollado del todo... ¿Qué iba a saber yo, si los adultos no dejaban de engañarme?
De modo que me tragaba todas aquellas patrañas propias de la edad de las tinieblas que me contaban y, después, con el paso del tiempo, ya algo mayor, empecé lentamente a atar cabos y a deducir que la mayoría de ellos me había mentido sobre casi cualquier tema, desde que había salido del vientre de mi madre.
Y ésa fue una revelación alarmante.
Y una de las razones por las que, más tarde, me ha costado confiar en los demás.
Empecé a comprender la cruda verdad tan pronto como inicié la exploración de las bibliotecas gratuitas de Oasis. La verdad estaba ahí mismo, esperándome, oculta en libros viejos escritos por gente que no temía mostrarse sincera. Artistas, científicos, filósofos, poetas, muchos de ellos muertos desde hacía mucho tiempo. A medida que leía las palabras que habían legado a la humanidad, iba comprendiendo cuál era la situación. Mi situación. Nuestra situación. Lo que la mayoría de la gente llamaba «la condición humana».
Y no era nada bueno.
Habría preferido que alguien me hubiera dicho la verdad descarnada apenas fui lo bastante mayor para comprenderla. Ojalá alguien me hubiera dicho, simplemente:
«Así es la cosa, Wade. Tú eres lo que se conoce como "ser humano". Los seres humanos son unos animales muy listos. Y como todos los demás animales de este mundo descendemos de un organismo unicelular que vivió hace millones de años. Eso tuvo lugar gracias a un proceso llamado "evolución", del que ya aprenderás más cosas. Pero, hazme caso, así es como todos nosotros hemos llegado hasta aquí. Existen pruebas en todas partes, enterradas bajo piedras. ¿A ti te han contado eso de que a todos nos creó un tipo superpoderoso llamado Dios que vive en el cielo? Mentira. Cuanto se dice de Dios es, en realidad, una patraña antigua que la gente lleva contándose miles de años. Nos la hemos inventado de cabo a rabo. Como lo de Santa Claus y el Conejito de Pascua.
»Ah, por cierto... Ni Santa Claus ni el Conejito de Pascua existen. Eso también es mentira. Lo siento, niño. Asúmelo.
«Seguramente te estarás preguntando qué pasó antes de que tú llegaras hasta aquí. Pues un montón de cosas horribles, realmente. Una vez que evolucionamos hasta convertirnos en seres humanos, las cosas se pusieron bastante interesantes. Se nos ocurrió la manera de cultivar la comida y de domesticar animales para no tener que ir continuamente de un lado a otro. Nuestras tribus se hicieron mucho mayores y entonces nos extendimos por el planeta como un virus imparable. Y luego, tras combatir en unas cuantas guerras unos contra otros por el control de las tierras, los recursos y nuestros dioses inventados, logramos organizar nuestras tribus en una "civilización global". Pero, si quieres que te diga la verdad, muy organizada no era, ni muy civilizada, y seguimos enzarzándonos en muchas guerras. También se nos ocurrió cómo cultivar la ciencia, que nos ayudó a desarrollar la tecnología. Y teniendo en cuenta que somos un puñado de monos sin pelo, lo cierto es que hemos llegado a inventar algunas cosas increíbles. Los ordenadores. La medicina. El láser. Los hornos microondas. Los corazones artificiales. Las bombas atómicas. Hemos llegado incluso a enviar a algunos tipos a la Luna y hemos conseguido que regresen. También hemos creado una red global de comunicaciones que nos permite hablar con quien queramos en cualquier parte del mundo, en cualquier momento. No está mal, ¿no?
»Pero ahora vienen las malas noticias. Nuestra civilización global se ha creado con un coste muy elevado. Necesitábamos mucha energía para construirla, que obteníamos de los combustibles fósiles que provenían de los restos orgánicos de plantas y animales muertos enterrados en las profundidades del suelo. Consumimos casi todo el combustible fósil antes de que tú llegaras aquí, y ahora no queda casi nada. Eso significa que ya no producimos la energía suficiente para mantener a nuestra civilización en funcionamiento como antes. Y hemos tenido que recortar gastos y retroceder. A lo grande. Se trata de una crisis energética global, que dura ya un tiempo bastante prolongado.
»Es más, quemar todos esos combustibles fósiles tuvo algunos efectos secundarios, como por ejemplo el aumento de la temperatura en nuestro planeta y la contaminación del medio ambiente. De modo que, ahora, los casquetes polares se están derritiendo, ha aumentado el nivel del mar y el clima está patas arriba. Las plantas y los animales mueren en grandes cantidades, y hay mucha gente desnutrida y sin techo. Además de que seguimos organizando guerras entre nosotros, casi todas por el control de los recursos que quedan.
»Básicamente, niño, lo que esto implica es que la vida es más dura que en los Buenos Tiempos, mucho antes de que tú nacieras. Porque antes todo iba bien, pero ahora la situación es más bien terrorífica. Para serte sincero, el futuro no pinta demasiado bien. Tú has nacido en una época de la historia bastante chunga. Y parece que las cosas van a seguir empeorando. La civilización humana está "en decadencia". Hay quien cree que "se derrumba".
«Seguramente te preguntarás qué va a pasar contigo. Pues es muy fácil. Lo mismo que a todos los seres humanos que han existido. Vas a morir. Todos moriremos. Las cosas son así.
»¿Y qué pasa cuando te mueres? De eso no estamos totalmente seguros. Pero las pruebas parecen indicar que no pasa nada. Estás muerto. El cerebro deja de funcionar y dejas de hacer preguntas molestas. ¿Y esas historias que has oído por ahí? ¿Eso de que vas a un lugar maravilloso llamado "cielo" donde no hay más dolor ni muerte y vives eternamente en estado de perpetua felicidad? También mentira. Como lo de Dios. No hay pruebas de la existencia del cielo y no las ha habido nunca. Eso también nos lo hemos inventado. Imaginaciones nuestras. O sea que, a partir de ahora, debes vivir el resto de tu vida sabiendo que algún día morirás y desaparecerás para siempre.
»Lo siento.»

Ernest Cline, Ready Player One
PREMIO ALEX 2012 

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