jueves, 16 de septiembre de 2021

¿POR QUÉ ME GUSTA AGATHA CHRISTIE?

 

Cal dedicó la hora del almuerzo a leer un libro de Agatha Christie en edición de bolsillo mientras daba cuenta de un falafel para llevar. Había estado dándole vueltas a la decisión de cometer un asesinato. Podía concebir que alguien deseara la muerte de otra persona, pero ¿desear ser el artífice de esa muerte? ¿Llevar a cabo la acción física de alzar una hoja y descargarla sobre el cuerpo de otro ser humano? Eso le costaba entenderlo.

Lo que hacía de las novelas de misterio de Agatha Christie sus preferidas era que siempre contenían un número limitado de sospechosos. Con Sherlock Holmes, prácticamente la mitad de Londres podría haber cometido el crimen, pero con Agatha los posibles criminales potenciales se reducían a una decena, que además aparecía expuesta con claridad al principio. Y aunque resultara difícil seguirlos a todos a medida que la historia avanzaba —¿quién habíamos dicho que era ese lord Loquesea?— al menos uno estaba seguro de que había sido uno de ellos. Agatha jugaba limpio: al final de la historia no aparecía un personaje inesperado del que no habías oído hablar hasta ese momento. Todos sus libros poseían un giro argumental ingenioso. En Asesinato en el Orient Express, descubrías que los doce eran culpables. En El asesinato de Roger Ackroyd, la favorita de Cal, el culpable era el narrador. En Telón, la más triste de todas, el detective. Podían decirse muchas cosas de la buena señora, pero ¿quién sino Agatha había jugado con absolutamente todas las combinaciones posibles de presuntos asesinos?

¿Qué empujaba a los personajes de la autora a cometer sus fechorías? Por lo general, el dinero. En ocasiones, la sed de venganza. Muy de vez en cuando, alguno de ellos mataba por amor.

Graham Moore, La jurado 272

No hay comentarios:

Publicar un comentario