viernes, 9 de noviembre de 2018

SABOTAJE



Mayo de 1937. La Guerra Civil sigue su sangriento curso en España, pero también lejos de los campos de batalla se combate entre las sombras.

Una doble misión lleva a Lorenzo Falcó hasta París: por una parte, desacreditar  a Leo Bayard, intelectual comunista francés partidario de la República, que reclutó y financió una escuadrilla de voluntarios y mercenarios; por otra, intentar, de cualquier forma posible, que el Guernica que está pintando Pablo Picasso no llegue nunca a la Exposición Universal donde la República pretende conseguir apoyo internacional.

Aunque ya se adivinan en Europa los vientos de la nueva guerra que asolará el continente, la música alegre sigue sonando, y el arte, los negocios, la vida frívola ocupan todavía a intelectuales, refugiados y activistas. Acostumbrado al peligro y a las situaciones límite, Falcó debe enfrentarse esta vez a un mundo en el que la lucha de ideas pretende imponerse sobre la acción. Un mundo que a él le es ajeno, y al que aplicará sus propios métodos.

Arturo Pérez-Reverte completa con esta novela la trilogía protagonizada por Falcó. En esta entrega destaca especialmente la ambientación, ese París de los años anteriores a la II Guerra Mundial, ese París bohemio y nocturno. La trama en algunos aspectos es previsible, pues nuestro agente secreto favorito (James Bond, aparte) ha de llevar a cabo la tarea encomendada, aunque esa solución para una de los casos no me lo esperaba. Se van a introducir personajes históricos para dar una mayor verosimilitud al relato: Picasso, al que encontramos pintando el Guernica (comparto la opinión de Falcó sobre el pintor), la actriz Marlene Dietrich (memorable ese beso), o el almirante Canaris, el jefe del Abwehr, la inteligencia militar alemana. Además, el personaje de Bayard se basa en André Malraux, o el periodista GateWood que nos recuerda a Ernest Hemingway.

Echamos de menos a Eva, aunque su recuerdo se hace presente. Para sustituirla tenemos la modelo y fotógrafa británica Eddie Mayo, la amante de Bayard; ésta tiene cierto toque andrógino y agradecerá (sólo con palabras) a Falcó que no intente cortejarla o seducirla como otros hombres. Hay otras mujeres a lo largo de la novela, pero la que nos interesa de verdad es Eddie.

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